A la hora que se despierta la luna. De la intermitencia de las ciudades. Próxima novela.

Eran las 7 de la tarde. Atardecía a pleno sol. Aún estaba el cielo de un azul intenso y despejado. Poeta charlaba con Musa y un par de señoras. La Niña miraba al cielo, entretenida, y de la nada dijo:
-Mirá, se despertó la luna- y siguió mirando el cielo como si nada, como quien dice cualquier cosa, como quien no mide el alcance de sus palabras.
Poeta miro a la niña fascinado, Musa y las demás señoras hablaban, quizás sin escuchar lo que había dicho Niña. Los niños son poetas en potencia. A la hora que se despierta la luna, pensó. Es un buen comienzo para un poema.
Las verdades más reveladoras, las he encontrado, siempre, en un viejo sabio, o en un niño. Se dijo para si mismo.

A la hora que se despierta la luna,
Y la noche se estrella de princesas,
A la hora que no te pareces a ninguna,
Y tu boca se convierte en fresa.

A la hora que el rapsoda sueña con poesía,
Y escribe a cuatro manos buenas cuartetas,
A la hora que con una corona de fantasía,
Ya me coronan el rey de los poetas.

A la hora que se pueblan los rincones,
De tu corazón con cuentos de hadas,
A la hora que termino  una canción,
Para tus dulces sueños de almohadas.

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