66. Y empecé a llamar a las damas, musas. Del poemario: Un soneto no es un culo inquieto.
Con un verso convencí a la incrédula cofradía,
¿Te conté que mis cuentos de hadas,
Ya no parecen, como parecían, una pavada?
Y me piden un poco más de melancolía.
En mi cuarto sueña su sueño la fantasía.
Desde que dejamos las guerras de almohadas,
Me divierto escribiendo hasta la madrugada.
En el techo mis poemas como nubes de poesía.
¿Te conté qué el día que me hice poeta,
Escribí de un tirón mas de mil cuartetas?
Y empece a llamar a las damas, musas.
Un Coro de ángeles, platillos y trompetas,
Y un cielo celoso de dioses casi me reta,
Por escribir cien sonetos como excusa.
¿Te conté que mis cuentos de hadas,
Ya no parecen, como parecían, una pavada?
Y me piden un poco más de melancolía.
En mi cuarto sueña su sueño la fantasía.
Desde que dejamos las guerras de almohadas,
Me divierto escribiendo hasta la madrugada.
En el techo mis poemas como nubes de poesía.
¿Te conté qué el día que me hice poeta,
Escribí de un tirón mas de mil cuartetas?
Y empece a llamar a las damas, musas.
Un Coro de ángeles, platillos y trompetas,
Y un cielo celoso de dioses casi me reta,
Por escribir cien sonetos como excusa.
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