-Ponete el traje de poeta que vamos a desembarcar- le dijo el filoso filósofo Fo con sorna al poeta Relámpago.
-Ponete el traje de poeta que vamos a desembarcar- le dijo el filoso filósofo Fo con sorna al poeta Relámpago.
El poeta miró al filósofo, con esa mirada de altivez que había heredado de su abuela, la guapeza de su tío, y pensó en increpar a Fo, pero miro con el catalejos, de esos que lo ven venir todo de lejos, que había heredado de su padre, y se dijo para si mismo: pero si es tu amigo Fo, no fue con malas intenciones, esa mala leche Quevediana. Luego miró con esa mezcla de amor y odio que suelen tener los amantes, que había heredado de su madre, y por último se acordó de la devoción con que lo miraban sus hermanos y no pudo mirar nada más que con devoción al filósofo. Amaba su pensamiento, aunque el poeta fue todo sentimiento, se complementaba muy bien con el pensamiento, y por ello quería tanto al filosofo, y ya con su natural gracia de dijo:
-Y vos ponete un cerebro, y un pensamiento coherente en la cabeza si vamos a hablar- y se rieron- ¿Que es un traje o una investidura? Ya hemos hablado de ello. Detrás de todo traje, de toda máscara hay una persona. Son tus acciones, tus palabras, las que te visten. ¿Qué es un traje de poeta? Una gola a la vieja usanza, a lo Cervantes o Shakespeare, un Quevedo. A mi me han coronado, pero con una mirada, con un: ¡escribime un verso, y dejalo bajo mi almohada! Cuando han venido a buscar mis poemas de madrugada- el poeta vio de repente lo que estaba diciendo, y se calló.
-Bueno, no te lo tomes tan a la poética- le dijo el filósofo riendo- te decía que te pongas tu mejor, traje, que bajes tus mejores versos, que la cantina donde atiende la Pasión, La corte de los milagros, y por las calles de Costa Melancolía está lleno de musas.
-Lo se- pero queria poetizar un poco, aclarar la garganta antes de entrar en sus calles y tabernas. Ahí están las musas que me harán mi mejor traje de poeta.
El filósofo se rió, también admiraba a Relámpago.
El poeta miró al filósofo, con esa mirada de altivez que había heredado de su abuela, la guapeza de su tío, y pensó en increpar a Fo, pero miro con el catalejos, de esos que lo ven venir todo de lejos, que había heredado de su padre, y se dijo para si mismo: pero si es tu amigo Fo, no fue con malas intenciones, esa mala leche Quevediana. Luego miró con esa mezcla de amor y odio que suelen tener los amantes, que había heredado de su madre, y por último se acordó de la devoción con que lo miraban sus hermanos y no pudo mirar nada más que con devoción al filósofo. Amaba su pensamiento, aunque el poeta fue todo sentimiento, se complementaba muy bien con el pensamiento, y por ello quería tanto al filosofo, y ya con su natural gracia de dijo:
-Y vos ponete un cerebro, y un pensamiento coherente en la cabeza si vamos a hablar- y se rieron- ¿Que es un traje o una investidura? Ya hemos hablado de ello. Detrás de todo traje, de toda máscara hay una persona. Son tus acciones, tus palabras, las que te visten. ¿Qué es un traje de poeta? Una gola a la vieja usanza, a lo Cervantes o Shakespeare, un Quevedo. A mi me han coronado, pero con una mirada, con un: ¡escribime un verso, y dejalo bajo mi almohada! Cuando han venido a buscar mis poemas de madrugada- el poeta vio de repente lo que estaba diciendo, y se calló.
-Bueno, no te lo tomes tan a la poética- le dijo el filósofo riendo- te decía que te pongas tu mejor, traje, que bajes tus mejores versos, que la cantina donde atiende la Pasión, La corte de los milagros, y por las calles de Costa Melancolía está lleno de musas.
-Lo se- pero queria poetizar un poco, aclarar la garganta antes de entrar en sus calles y tabernas. Ahí están las musas que me harán mi mejor traje de poeta.
El filósofo se rió, también admiraba a Relámpago.
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