El Capitán Vulgaridad habla de tormentas con el Poeta Relámpago. Las Aventuras del Capitán Vulgaridad. Tercera parte. De los siete mares al séptimo cielo.
El Capitán Vulgaridad habla de tormentas con el Poeta Relámpago. Las Aventuras del Capitán Vulgaridad. Tercera parte. De los siete mares al séptimo cielo.
El poeta Relámpago se quedó, mirando sobre cubierta, ya mas calmado, venir al Capitán Vulgaridad tan tranquilo luego de capear esa terrible tormenta que acababan de pasar, como si nada. Siempre le llamaría la atención esa serenidad en el Capitán. Y su admiración. Al verlo venir le dijo:
-Me fascina su manera de afrontar las tormentas, pero más aún ese semblante talante de venir por la borda como si nada hubiera pasado, con esa sonrisa como si hubiésemos salido de un parque de diversiones y no de esa tormenta- dijo por decir algo el poeta.
-Bueno de eso se trata- empezó a decir el Capitán-. ¿Sabes como se producen las tormentas? Es cuando se enoja el cielo con la tierra y viceversa, se burla la tierra del cielo. Esa tormentosa diferencia entre realidad y fantasía. Chocan los mundos. Y el mar que es un intermediario entre uno y el otro, se revuelve, a veces para azotar los puertos y sus tierras, a veces para acompañar el llanto diluvial de los cielos. No te fíes, poeta, que si me vez capeando con determinación una tormenta, es porque con miedo no podría pasarla, y además voy contento ni bien se termina, porque una vez finalizadas, me esperan los horizontes, los puertos. Prepárate que estamos por llegar, le dijo sin más.
El poeta se lo quedo mirando, irse nuevamente por donde había venido. Fascinado ante las fábulas del Capitán. ¿Quién le habrá puesto Vulgaridad? Lo recordó, fue el Rufián de la taberna la Corte de los milagros en Costa Melancolía, una noche irónica, para burlarse de la grandeza del Capitán. Burlarse porque lo idolatraba. El poeta estaba contentísimo de estar en su barco, junto a su tripulación, escribiendo las Aventuras del Capitán Vulgaridad.
El poeta Relámpago se quedó, mirando sobre cubierta, ya mas calmado, venir al Capitán Vulgaridad tan tranquilo luego de capear esa terrible tormenta que acababan de pasar, como si nada. Siempre le llamaría la atención esa serenidad en el Capitán. Y su admiración. Al verlo venir le dijo:
-Me fascina su manera de afrontar las tormentas, pero más aún ese semblante talante de venir por la borda como si nada hubiera pasado, con esa sonrisa como si hubiésemos salido de un parque de diversiones y no de esa tormenta- dijo por decir algo el poeta.
-Bueno de eso se trata- empezó a decir el Capitán-. ¿Sabes como se producen las tormentas? Es cuando se enoja el cielo con la tierra y viceversa, se burla la tierra del cielo. Esa tormentosa diferencia entre realidad y fantasía. Chocan los mundos. Y el mar que es un intermediario entre uno y el otro, se revuelve, a veces para azotar los puertos y sus tierras, a veces para acompañar el llanto diluvial de los cielos. No te fíes, poeta, que si me vez capeando con determinación una tormenta, es porque con miedo no podría pasarla, y además voy contento ni bien se termina, porque una vez finalizadas, me esperan los horizontes, los puertos. Prepárate que estamos por llegar, le dijo sin más.
El poeta se lo quedo mirando, irse nuevamente por donde había venido. Fascinado ante las fábulas del Capitán. ¿Quién le habrá puesto Vulgaridad? Lo recordó, fue el Rufián de la taberna la Corte de los milagros en Costa Melancolía, una noche irónica, para burlarse de la grandeza del Capitán. Burlarse porque lo idolatraba. El poeta estaba contentísimo de estar en su barco, junto a su tripulación, escribiendo las Aventuras del Capitán Vulgaridad.
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